Tengo
en mi casa un computador personal que, como muchos de ustedes, he
ido actualizando, cambiando procesadores, tarjetas de video, agregando
más memoria, instalando discos duros más grandes y
más rápidos, entre otros. En estos momentos voy en
un procesador de 1 GHz.
Eduardo
Krell, Gerente de Investigación de ADEXUS.
Recuerdo cuando tenía un Pentium de 166 MHz hace varios años
y hacía básicamente lo mismo que hago hoy (navegar por Internet,
preparación de documentos, leer el correo electrónico),
pero no creo que pueda decir que hoy las cosas las hago 6 veces más
rápido que entonces (que es la relación entre un procesador
de 166 MHz y uno de 1 GHz).
¿A
qué se debe que a pesar de tener procesadores y discos más
rápidos y mucha más memoria RAM, no sintamos que nuestra
productividad aumente en la misma proporción?. Algo de culpa tiene
el que los sistemas operativos y las aplicaciones de hoy consumen muchos
más recursos que los que había hace un par de años.
Si bien las funciones de los sistemas operativos y las aplicaciones de
oficina son básicamente las mismas, se le exige al sistema operativo
soportar una cantidad increíble de dispositivos y tarjetas con
una variedad de interfaces y protocolos de comunicación y detectar
automáticamente el nuevo hardware agregado. Hay muchos sistemas
operativos actuales que después de instalarse, ocupan más
de 1 GB en el disco duro. Hace un par de años, un disco duro de
500 MB era más que suficiente para el sistema operativo y los archivos
que uno quisiera guardar.
Si
tratamos de comparar en detalle las aplicaciones de hoy con las aplicaciones
equivalentes de hace un par de años, descubriremos que si bien
básicamente hacen lo mismo, las aplicaciones de hoy son mucho más
sofisticadas y eso las hace ocupar más recursos. Las aplicaciones
de oficina de hoy manejan multimedia, permiten incluir objetos generados
por aplicaciones de terceros y soportan agregados como la firma digital
(para firmar digitalmente, por ejemplo, un documento).
Pero
también han aparecido una serie de aplicaciones nuevas tales como
firewalls personales, programas que detectan virus y ataques, programas
de mensajería instantánea, programas para reproducir archivos
con música en formato MP3, etc., que consumen muchos ciclos de
CPU y demandan cada vez procesadores más rápidos y más
memoria. Para qué hablar de los juegos gráficos en tres
dimensiones (3D), que requieren procesadores gráficos dedicados
y tarjetas de video que a veces cuestan tanto como el resto del PC.
Se
podría creer que hay una especie de conspiración entre los
fabricantes de hardware y los proveedores de sistemas operativos y aplicaciones
para que los nuevos sistemas operativos y aplicaciones justifiquen tener
que comprar la última tecnología, pero en realidad no es
una conspiración, sino que a medida que la tecnología progresa
y podemos tener procesadores más rápidos, más memoria,
discos más grandes y más rápidos, mejores tarjetas
de video, etc. (todo a precios razonables, por cierto), eso permite que
las próximas generaciones de sistemas operativos, de aplicaciones
y juegos sean más sofisticadas, puedan hacer más cosas que
antes y que los juegos se vean mejor, sean más reales y tengan
mejores efectos especiales.